miércoles, 11 de mayo de 2011

'Escribo sobre Centro Habana por asombro', Pedro Juan Gutierrez

                                          El autor en su casa , La Habana

Un puñado de cuentos breves, escritos con rabia y sabor a miseria, transformaron hace diez años la geografía de la literatura cubana de nuestro tiempo gracias a Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, Cuba, 1950) y su ya popularísima Trilogía sucia de La Habana, libro donde radiografió con ironía las vivencias desesperadas de los habitantes de Centro Habana, barrio que ha dado origen a algunos de los mejores libros de este escritor con antepasados tinerfeños. Premio Alfonso García Ramos de novela (2000), Pedro Juan Gutiérrez anuncia que sus nuevas historias se apartarán de este escenario, aunque advierte que sus vecinos le siguen despertando el mismo asombro de siempre.
Eduardo Garcia Rojas

-NO HAN aparecido nuevos trabajos de Pedro Juan Gutiérrez en el mercado editorial en los últimos tiempos. ¿Se ha quedado sin ideas?
   -Las ideas siempre sobran. Ahora mismo tengo cinco novelas en proyecto. Ayer empecé a trabajar en otra, por lo que son seis novelas en total, y me encuentro a punto de terminar un libro de poesía, El último misterio de John Snake. Tengo además unos cuentos entre manos y siempre me piden muchas colaboraciones en revistas y periódicos. Mi vicio de periodista, porque me gusta trabajar por encargo, que me den un puñado de fotografías y me digan que escriba sobre ellas con una fecha de entrega. Me gusta este tipo de trabajo porque saco cosas que no sabía que podía hacer. Y me adapto a ellas por mi oficio de periodista, que te obliga a saber un poco de todo aunque al final no sabes nada de nada, pero cumples el cometido.
   -¿En esas seis novelas en la que está trabajando Cuba vuelve a ser la protagonista?
   -Más que Cuba son los cubanos. El problema es que Cuba es un país que tiene algo de magia, de poesía, de locura que te contamina la sangre. La literatura tiene que ser muy convincente, convencer al lector de que lo que lee es completamente cierto. No pueden quedar brechas para la imposibilidad. La literatura tiene que ser convincente. Me resulta muy difícil desprenderme de Cuba. Desde que tenía los 18 años estoy escribiendo porque mi intención era la de convertirme en escritor, así que me acostumbré a escribir sobre lo que conozco. De todas formas, a veces inserto cosas, como sucedió con Animal Tropical en la que en un largo capítulo intermedio desarrollo parte de la historia en Suecia, aunque en esencia es la historia de un cubano, Pedro Juan, que es un tipo muy quinético que se pone a vivir tres meses con una sueca que es todo lo contrario a él, y ese hombre le cambia la vida, toda su forma de ver el mundo al contaminarle esa vibración de vivir la cubanidad.
   -Sin embargo, el libro que le dio a conocer fue la Trilogía sucia de La Habana, que ahora cumple diez años. ¿Hasta que punto arrastra el peso de estos cuentos donde mostró una ciudad, La Habana, tan alejada de la postal turística?
NOVELAS Y CUENTOS
Animal Tropical es de algún modo una gran novela de amor desesperado. De amor quizá un poco imposible entre dos caracteres muy fuertes: Gloria y Pedro Juan, personas que desarrollan la dramaturgia de la novela. Después están otros dos libros con los que terminó el ciclo de Centro Habana como son Carne de perro y El insaciable hombre araña, que son también libros de cuentos porque a mi el cuento me gusta mucho. En estas obras intenté desmarcarme de Centro Habana y no se desarrollan tanto en este barrio habanero sino en las Playas del Este, una zona un poco diferente. Luego vino Nuestro GG en La Habana que se trata de un divertimento y ahora tengo otros planteamientos de novelas que se van desmarcando de ese ambiente sucio y degradante.
   -Los sesenta cuentos que recopila el libro no me pesan, aunque fue un libro que sufrí y del que terminé extenuado. Me llevó escribirlo tres años, y para rematarlo, a los dos meses escribí El Rey de La Habana, una novela más dura todavía, y que acabé llorando porque no quería que le pasara lo que le pasa a su protagonista al final. Son libritos que marcan mi vida pero que trato de olvidar. Parece que ahora se va a editar en Cuba El Rey de La Habana, y lo que de verdad me preocupa es que voy tener que leer las pruebas de imprenta. Con esto lo que quiero decir es que trato de olvidar estos dos libros.
   -¿Le pasa lo mismo con Animal Tropical?
   -Animal Tropical es de algún modo una gran novela de amor desesperado. De amor quizá un poco imposible entre dos caracteres muy fuertes: Gloria y Pedro Juan, personas que desarrollan la dramaturgia de la novela. Después están otros dos libros con los que terminó el ciclo de Centro Habana como son Carne de perro y El insaciable hombre araña, que son otros dos libros de cuentos porque a mi el cuento me gusta mucho. En estas obras intenté desmarcarme de Centro Habana y no se desarrollan tanto en este barrio habanero sino en las Playas del Este, una zona un poco diferente. Luego vino Nuestro GG en La Habana que se trata de un divertimento y ahora tengo otros planteamientos de novelas que se van desmarcando de ese ambiente sucio y degradante. La Trilogía sucia corresponde a una etapa, es una obra demasiado autobiográfica que escribí según sucedían las cosas, borracho y por las noches. Y así estuve tres años, porque es un librito que no obedece a un proyecto intelectual. Es decir, que concibo la dramaturgia del cuento como algo muy explosivo y sintético: un cuento de siete cuartillas apretado y trabajado, no me gusta prolongar el relato más de siete cuartillas.

                                        Novela El Rey de La Habana publicada por Anagrama

   -¿Cómo cree que van a recibir los lectores cubanos El Rey de La Habana?
   -Mira, yo vivo en Centro Habana y hace unos años, al salir de casa y mientras subía por la calle Perseverancia unos cinco o seis negros que estaban leyendo El Rey de La Habana me aplaudieron mientras decían: "así es como se escribe, hay que decir la verdad". Y es gente que no lee. Yo creo que su publicación va a ser muy beneficiosa, y se lo debo al entusiasmo de un grupo de amigos como Senel Paz o Leonardo Padura, porque fueron ellos los que hicieron las gestiones con la editorial cubana para que se publique. Es una novela que admiran mucho y dicen que es el mejor libro de todos los que yo he publicado. Creo que va tener una buena recepción.
   -Nos consta, de todas formas, que sus libros pese a no publicarse en Cuba se conocen en todo el país.
   -La Habana no es tan grande. La gente aparece por mi casa con el libro fotocopiado para que se lo firme. Una muchacha de Alamar me contó que consiguió dos de mis libros al cambiarlos por siete de Isabel Allende. El perfil de mi lector es el de gente con espíritu joven y muchas lecturas, pero libre de pensamiento, sin prejuicios. Con mente abierta. Algunos ven lo que más le conviene: pornografía, antropología, sociología, periodismo, política. Por eso es bueno que se publique El Rey de La Habana en Cuba será un paso importante para abrirle camino a otros libros. En sentido general.
   -¿Y qué lecturas hace usted de sus novelas?
   -Yo cuento historias, soy un escritor, eso lo tengo muy claro. Trato de no hacer pedagogía, tampoco defiendo ni ofendo a nadie. No me interesa dar lecciones porque el escritor tiene que ser muy cuidadoso y tener un gran respeto por el lector, que siempre es más inteligente. Tienes que respetarlo, ponerte a su mismo nivel y no tratar de meterle pedagogía en la cabeza porque cuando cuentas una historia, ésta se contamina con todo; religión, política, aunque yo trato de tachar todo lo que pueda parecer político para lograr intemporalidad. La literatura tiene que ser intemporal, como El Quijote o La Odisea, que son libros deliciosos precisamente porque son intemporales. 

                                            No me gusta hacerle perder tiempo al lector  

   -Le agrada que lo identifiquen como el escritor de Centro Habana.
   -Hay una cosa cierta, la Trilogía sucia y El Rey de La Habana son mis libros más publicados, por los que más se me conoce, y lo agradezco, aunque hay otra producción literaria que quiero mucho como Carne de perro, que es un libro que adoro; El nido de la serpiente, que es una novela que me gusta mucho y que me brotó de dentro y no se desarrolla en Centro Habana sino en Matanzas y otras zonas. Pero no, no me disgusta esa etiqueta.
   -¿Cuánto hay de ficción y de realidad en sus historias?
   -Yo estoy al cien por cien en las historias. He tenido una vida muy intensa. Cuando tuve 18 años me planteé ser escritor, había leído mucho y quería serlo. Luego me puse a escribir, pero escondía lo que hacía y más tarde, por azar, acabé haciendo periodismo, lo que me vino bien para controlar el idioma. Mientras me hacía escritor me planteé que necesitaba tener una vida muy intensa y no estudiar literatura porque siempre tuve la idea de que el exceso de conocimiento de los mecanismos de la literatura aplasta tu audacia. Escribí primero en secreto porque no me gustaba lo que hacía hasta que cumplí los 44 años y empecé a escribir los relatos de la Trilogía y me gustaron. Si llevas una vida tan intensa, he viajado por más de 60 países y conozco a miles de personas y tengo como un radar para entender a la gente, es como una vocación innata. Y si tienes esa vida, cuentas con mucho material para escribir lo que te ha pasado. Yo escribo sobre Centro Habana gracias al asombro, porque para escribir tienes que estar asombrado. Yo llegué a Centro Habana con 38 años y me asombró la forma en cómo la gente vivía. Hasta ese momento yo había sido un periodista oficial de la revista Bohemia y llevaba una doble vida, la de periodista y la del barrio, muy underground. Un submundo por el que parecía que la revolución no había pasado; casi detenido en 1959, solo esperaba un caldo de cultivo para que todas las esporas explotaran y volviera a suceder lo que aconteció cincuenta años antes. Y eso comenzó en 1991, cuando el país entró en crisis y yo empiezo a escribir porque me asombro ante lo que pasa ahí y porque eran historias que merecían contarse, y las estaba viviendo. Y a partir de ese asombro, no tengo nada que inventar sino escribir todo lo que sucede
EL ARTE DE ESCRIBIR
Yo cuento historias, soy un escritor, eso lo tengo muy claro. Trato de no hacer pedagogía, tampoco defiendo ni ofendo a nadie. No me interesa dar lecciones porque el escritor tiene que ser muy cuidadoso y tener un gran respeto por el lector, que siempre es más inteligente. Tienes que respetarlo, ponerte a su mismo nivel y no tratar de meterle pedagogía en la cabeza porque cuando cuentas una historia, ésta se contamina con todo; religión, política, aunque yo trato de tachar todo lo que pueda parecer político para lograr intemporalidad. La literatura tiene que ser intemporal,planteamientos de novelas que se van desmarcando de ese ambiente sucio y degradante.
   -¿Cómo explica que la revolución no tocara ese mundo que describe y asombra?
   -La revolución tuvo una vocación más campesina y hacia el interior y siempre vio a La Habana como el lugar donde se concentraban los ricos y también los más pícaros de Cuba, así como la gente que se quería ir del país para hacer negocios en otra parte. El habanero es además un tipo incontrolable. Te digo que la revolución se hizo sentir más en el campo, donde realizó un tremendo trabajo, dejando a La Habana, que quedó desolada, lo que explica de alguna manera que hoy esté tan destruida.
   -Y ese espíritu centro habanero se está contagiando por el resto de la ciudad o permanece aislado en el barrio.
   -Centro Habana es un barrio muy cerrado y se diferencia mucho del Vedado y Miramar. Centro Habana y La Habana Vieja tienen características muy específicas. Ahí va a parar casi toda la emigración del resto del país, que es muy pobre, y eso la hace muy incontrolable. Ahí recala de todo, desde el médico más brillante de Santiago de Cuba hasta la prostituta analfabeta.
   -Ha cultivado casi todos los géneros literarios, ¿dónde se siente más cómodo?
   -Siempre he escrito poesía, así como cuentos. En los últimos tiempos he organizado cinco libros de poesía y ahora estoy con el sexto. El problema es que yo por lo menos escribo poesía de manera muy inconsciente. Y de algún modo me he dado cuenta de que me ayuda, es como hacer un boceto de un cuento o una novela. La poesía lo que hace es jugar con mi subconsciente y me ayuda a relajarme. Me refresca, porque en mi caso es muy irracional.


                                            Traduccion al ingles de Trilogia Sucia de La Habana

   -Qué opina de la nueva literatura cubana.
   -Hay una literatura muy intensa a lo largo de todo el país. Pero hay dos literaturas en Cuba, la de dentro y la de fura, todas ellas muy valiosas. El problema es que hoy es muy difícil publicar en Cuba porque hay poca capacidad editorial. Las ediciones son pequeñas. Pero ahí está Leonardo Padura, Senel Paz, Ángel Santiesteban, entre otros, que son escritores de primerísima línea que cada día escriben con más libertad y osadía.
   -¿Cuáles son sus autores de referencia?
   -Los dos escritores que me marcaron siendo adolescente fueron Cortázar y Kafka. Los adoro tanto que trato de no imitarlos. Los dos logran distanciarse de la realidad, hacen literatura de la literatura y de cualquier cosas escriben una novela. Después hay otros escritores a los que desarmas su mecanismo literario para ver cómo funcionan por dentro, como Carver, Hemingway, Capote y Sherwood Anderson, que es un escritor olvidado pero que tiene un librito de cuentos, Winesburg, Ohio, que es un clásico y que siempre tengo a mano para releerlo.
   -No me ha citado a ningún escritor cubano.
   -Es que yo tengo poco que ver con la literatura cubana. Adoro a Carpentier, me lo he leído completito, me encanta El reino de este mundo, sus ensayos. ¡Merecía el Premio Nobel!, después hay otros que me interesan esporádicamente, como Hombre sin mujer de Carlos Montenegro; Tres tristes tigres de Cabrera Infante, aunque el resto de su producción no me interesa; Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas, un libro fundamental de la literatura cubana. Son libros que me interesan.
   -Y Lezama Lima.
   -El problema de Lezama Lima es que se trata de un escritor muy impenetrable, aunque sí me gusta a pequeñas dosis. En general tengo pocos puntos en contacto con la literatura cubana y también hispanoamericana. La etapa que más sufrí en la Universidad fue cuando tuve que estudiar el Siglo de Oro español. No soporto el barroquismo de nuestra lengua. Tenemos una lengua tan rica, tan amplia, con tantas posibilidad gramaticales, que muchas personas la hablan para decir muy poco, y lo mismo pasa escribiendo. Y yo soy muy directo, minimalista, no me gusta perder tiempo y no me gusta hacerle perder tiempo al lector.

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