martes, 9 de julio de 2013

El Miedo, el Milagro y la Magia. El orden invertido de Yadira Escobar


Entrevista para Sopa de Cabilla





Yadira Escobar es una de las voces mas jóvenes de la comunidad cubana en el exterior. Vive en la ciudad de Miami, a donde llego con su familia luego de abandonar Cuba. Su padre y otros compatriotas habían asumido un activismo a favor de reformas económicas y políticas, hoy a tono con los tiempos , pero consideradas intolerables en la Cuba de los 80, que se veía ante los gobiernos republicanos de Ronald Reagan, primero y George Bush después, la Guerra de Angola y la inminente disolución del socialismo de la Europa del Este. 
Pero sin odios ni rencores, la voz de esta artista plástica se une a un coro cada vez mayor en Miami, el de una nueva generación. 



¿Qué recuerdas de tu infancia en Cuba?

Nací en Camagüey, y allí viví hasta mis seis años, cuando junto a mis padres y un hermanito salimos hacia los Estados Unidos. Esos seis primeros años de mi vida me fueron suficientes para crear en mi persona para siempre un vínculo viviente con esa isla. Se fijaron paisajes y personas en mi memoria y gracias a una amiga maestra de la cuadra aprendí a escribir y leer en mi lengua materna pues mis padres estaban decididos a no perder la identidad una vez saliéramos del país. Recuerdo incidentes cotidianos que seguro comparto con muchos 
cubanos, vecinos compartiendo historias fantásticas, remedios caseros para mi hipo y picazos de mosquitos, etc. cada uno iba dejando una marca y creo que como en Cuba se interactúa con tantas personas puede ser que la niñez sea más diversa y rica.  En especial recuerdo las visitas al Museo Ignacio Agramonte y la única vez que vi la roja tierra de la Sierra de Cubitas porque mi abuelo me llevo con el un fin de semana. 

Tuve momentos muy felices, como cuando mi papa me compro un helado muy sobre nuestro presupuesto, otros locos como cuando en medio de un apagón se me aflojo el primer diente y lo oculte por miedo a ser regañada, y otros tristes como la vez que vi a mi padre zafar tablas del portal de la casa para hervir la leche de mi hermanito de meses.

 La aventura mayor en aquella vida muy subida de tono fue la salida del país. Hubo magia, un milagro y bastante miedo. Una familia provinciana puede verse en apuros en la capital. El ultimo día mi papa por la tarde me paseo por el litoral habanero entre otros lugares. Me decía que lo recordara, pues nunca mas volvería a Cuba y aunque el mar entrando entre las rocas era bellisimo no podía disfrutarlo, sentía que todo lo que daba por seguro hasta ese instante, dejaba de existir. Cuando desde el avión vi el famoso Castillo del  Morro y unas distantes palmitas alejarse se me salían las lágrimas. La perdida súbita en un solo día de tu país y todo el resto de tu familia es demasiado traumático para una niña pequeña entender. 

¿Qué provoco la salida de tu familia de Cuba?

Mi padre fue acusado en 1986 de "Otros actos contra la seguridad del estado", y aunque nunca fue condenado por un tribunal, el expediente preparatorio (8/86), además de algunas medidas cautelares ordenadas por un juez, y otros arrestos por causas similares lo empujaron a tomar la decisión de exiliarse bajo el programa de ex-presos políticos que en ese momento dirigía la Sección de Intereses de los Estados Unidos (SINA) en la Habana.

¿Cómo fue tu adaptación a los Estados Unidos?

Muy dura, porque aunque era pequeña sufrí de un golpe la perdida de mis cuatro abuelitos, además porque mi madre salió de Cuba discapacitada y mi padre tuvo que trabajar muy duro para sacar adelante nuestra pequeña familia (1)

¿En tu página te defines como “nacionalista de centro izquierda” , como llevas eso al contexto cubano, y especialmente como lo manejas en un ambiente político como el de Miami?

Vamos por partes. Nacionalista porque me siento sentimentalmente atada a la nación cubana, y esa nación está bajo ataque por poderosas fuerzas que siendo extrañas a la misma, obligan a cada cubano en el deber de ser patriota por encima de todo.

  De centro me siento, porque después de experimentar los extremos de la pasión política ando buscando un ideal centrista que nos ayude a madurar tomando de aquí y de allá las cosas positivas que nos ayuden, como son la tolerancia a la opinión contraria y el respeto a la propiedad, pero también la búsqueda de la justicia social.

  Tengo vetas socialistas, o de izquierda cuando pienso en las grandes injusticias que nos pretender plantear como inevitables realidades de un mundo cruel. No me conformo con la ley del "salvase quien pueda" y creo que no basta la igualdad en las oportunidades, sino que hay que intervenir con la fuerza del estado en todas aquellas aéreas donde el ser humano sea vulnerable a la pobreza, a la enfermedad o al abuso.


¿Qué tipo de sentimiento sobre Cuba veías en los cubanos que te rodeaban de distintas edades en Miami?

 Los cubanos de mi generación perdían por lo general la identidad cultural por causa de la educación pública y la televisión privada, pero en muy pocas ocasiones simpatizaban con los valores de la ultraderecha impuestos a la comunidad por la vieja clase política cubanoamericana, más bien adoptaban valores del mundo cultural anglo-sajón. Por su parte sus padres o parientes mayores, en su mayoría si conservaban su identidad cultural en medio de dudas sobre si el modelo político en la Isla podría soportar las crisis económicas del momento y las presiones del gobierno norteamericano. Casi todos coincidían en que los viajes a Cuba eran buenos, y que el bloqueo era inmoral.

¿Recuerdas como se vivieron por la comunidad cubana algunos hechos puntuales de la historia reciente de Cuba?

 El hecho que más vivamente recuerdo fue el caso del niño Elián. Recuerdo que mi sentimiento del momento fue que le dejaran reunirse con su papá, y hoy cuando pienso en el asunto no dejo de asombrarme del cambio brusco de mentalidad de tantos exiliados, que abandonaban  el discurso conservador a favor de la familia y la Patria potestad, para sumarse en masa al secuestro del niño por parientes, y en contra de la voluntad de su padre natural. Yo como niña, sentí simpatías por el niño que veía en las cámaras de la televisión rodeado de extraños y juguetes inútiles para un chico traumatizado por la muerte trágica de su madre y necesitado de su padre.


¿Ha cambiado Miami, en los últimos años producto de la llegada de generaciones más jóvenes de cubanos?

Miami ha cambiado bastante. Antes era un tabú viajar a Cuba por ejemplo, y ahora todo el mundo está pendiente de Cuba, y no para mal como proyectan los medios de la burguesía aquí, sino para unión y cosas buenas. Se habla mucho mas español por todas partes y las nuevas generaciones que vienen traen consigo una aptitud más responsable con su país de origen del cual no se avergüenzan como anteriores grupos. Tampoco es una generación perfecta, pero sus defectos pueden ser corregidos, y por lo general soy optimista porque veo en ellos una cubanidad sólida.

¿Como es el choque con las generaciones de cubanos anteriores, por ejemplo un cubano que emigro en la década del 60, con uno del 2000, con edades y vivencias distintas?

 Los cubanos que emigraron en los 60, en su mayoría hablan perfectamente el ingles, son republicanos, y admiran culturalmente a los Estados Unidos. Su transculturización es grande, aunque hay áreas donde el mundo anglosajón no pudo penetrar, como son sus comidas y su habito de reunirse y conversar con nostalgia de la Cuba de su niñez. Cuando se encuentran con un cubano venido en el siglo XXI, el abismo es grande, porque el recién llegado no siempre respeta las normas y las formas de unos valores sujetos a otra época, que sobreviven en Miami al igual que persisten en ciertos guettos los dialectos y las manías.  Tampoco es lo mismo criarse en el socialismo que en el capitalismo, y ambos grupos sufren de ciertos prejuicios hacia el otro bando. El cubano de ambos grupos puede encontrarse en áreas culturales, sobre todo en la música cubana.

Buscando escalas intermedias en la pregunta anterior, como se ve la diferencia de los cubanos de 1959 (vinculados al gobierno de Batista) , los de la década del 60 (familias clase alta y media) , década 80, (Mariel y otros), incluso entre los de los 90 (balseros, salidos en el Periodo Especial), y los llegados a partir del 2000, cuando el país vive una situación si no la mejor, más positiva.

 Al triunfo de la Revolución, los primeros en irse son los cubanos vinculados al régimen de Batista. Militares no involucrados en los crímenes de la dictadura también salieron del país, aunque otros se quedaron y todavía viven en Cuba como ciudadanos normales. Los que vinieron a Miami y se libraron de ser reclutados por la CIA , se convirtieron en civiles que tenían que sobrevivir en un ambiente bastante hostil. Sus hijos fueron a las escuelas segregadas del condado Dade, y sufrieron el racismo de los rubios anglosajones que les llamaban "grease head", por la costumbre cubana de la época de usar brillantina en el pelo. En ese ambiente hostil al extranjero muchos volcaron su frustración hacia la revolución cubana y se agruparon para fantasear con la intervención norteamericana mientras sus hijos se americanizaban.

 Luego vino la burguesía, la alta y la media, y hasta los mas bajitos bodegueros, todos tratando de mantener su modo de vida en un país donde eso sale caro, la mayoría no próspero, otros terminaron en la burocracia local que crecía bajo las acciones del creciente "estado del bienestar" y los menos se hicieron más ricos aún invirtiendo de manera acertada sus recursos sacados de Cuba a tiempo, parte de estos manejan la actual "industria de la contrarrevolución".

 Con el Mariel todo fue muy distinto. Llegaban "los demasiados" y la burguesía se alarmó, ya no abundaban los ojos azules entre estos "exiliados", y los recien llegados tenían costumbres un poco plebeyas ante los ojos mas elitistas del grupo anterior. Como en verdad llegaron algunos delincuentes en busca de mayor libertad, la imagen del cubano que huye del comunismo buscando libertad política se desprestigio y la revista "Time" por esos dias saco un titular que decía: "Florida, paraíso perdido". En medio de ese ambiente los cubanos mas decentes tuvieron muchas dificultades para integrarse al sistema, y la mayoría de los "marielitos" arrastra hasta hoy en día una marginalidad legendaria.


En los 90 llega el grupo de cubanos sobre el cual se ha mentido mas. Muchos de ellos llegan como balseros en medio de una crisis económica espantosa en la isla llamado Periodo Especial, y la propaganda trata de decir que vienen en busca de una libertad política explicada con lujo de detalles por radio Martí. Como salían en medio de una crisis seria, y llegaban medio desmoralizados a un Miami intolerante y eufórico ante el eminente derrumbe del estado cubano, muchos de este grupo adoptaron la ideología prestada de la ultraderecha y todavía hoy sostienen un anticomunismo trasnochado inculcado por la prensa panfletaria de Miami. Es un anticomunismo que a menudo llega a ser antinacional, pero que en verdad no tiene raíces profundas en una clase social que no es dueña de nada en un país extranjero.

 Finalmente llegaron los emigrantes cubanos del siglo XXI con un definida intención de mejorar económicamente y un distanciamiento enorme de todas las ideologías, esa distancia puede ser transitoria, y no sabemos que caminos tomara, es un grupo que no es adicto a la lectura, que gusta de ritmos caribeños, y que no hace muchos planes a largo plazo, pero que tiene como ventaja cierto pragmatismo que le hace ver a Cuba con mucha objetividad y sin enredarse en las lecturas políticas del pasado. 

No tienen una embajada cubana que les apoye culturalmente, y están expuestos a la telebasura de Miami, pero espero que los salve su cubanidad natural.

¿Es válido el término “Exilio”?  Hasta que punto hay cubanos que se sienten raros con este término y otros que se sienten negados al de “emigrantes”

Radicalmente hablando muy pocos cubanos pueden llamarse hoy “exiliados”, ya que no les espera la prisión u otros castigos si regresan a Cuba. Pero mientras exista la "Ley de Ajuste Cubano" con todas sus consecuencias psicológicas y políticas sobre nuestra comunidad emigrada, pues la gente se sentirá más cómoda al decir:- “Yo no vine para mejorar, sino buscando libertad y cosas no materiales...yo no soy un latino que viene por necesidad económica”...etc

¿Existe discriminación de algún tipo entre cubanos que hayan llegado por vía legal, balsa, lancha pagando grandes sumas, los llegados muy al principio contra los llegados años después?

 Si por supuesto, las diferencias de por si propician la discriminación, y la gente siempre busca una excusa para sentirse superior a los demás. Los mas antiguos mencionan a menudo el termino ¨balsero¨para marcar distancias y abusar, sobretodo en el terreno laboral desde posiciones de autoridad. También los empleadores tratan a menudo de no hacer contratos formales cuando se enteran que el solicitante del trabajo es recién llegado.

¿En cuanto al tema cubano y sus pasiones, ves diferencia entre las comunidades de Miami y las de Tampa o Cayo Hueso?

 La comunidad de Tampa y Cayo Hueso tiene raíces más profundas en el tiempo, y más seriedad a la hora de evaluar el tema de Cuba. También son comunidades menos influenciadas por el bombardeo de la radio y TV de Miami que tanto apela a los sentimientos irracionales.

¿Ha hecho cambiar Miami también la llegada de emigrantes latinos en los últimos años?

 La llegada continua de latinos ha cambiado la base cultural en todo el sur de la Florida, afectando poco a poco y en la medida  que alcanzan el derecho al voto a las campañas políticas, pero todavía no afectan la voluntad de las élites políticas que persiste en su discurso republicano, y en sus programas antipopulares.

¿Cómo se siente el cubano promedio respecto al término “latino”? ¿Se considera tal o no?

 El cubano se identifica muy poco con la comunidad latina. El latino tiene una permanente conciencia de su desventaja como extranjero, pero el cubano, malcriado en parte por la política migratoria norteamericana que le da ventajas sobre otros latinos, a menudo desconoce su posición en los Estados Unidos confundiendo la política exterior de este país con su real lugar dentro de la sociedad norteamericana.


El paradigma migratorio cubano indudablemente por tradición es “Miami” pero en la práctica esto se está diluyendo cuando la gente prefiere irse a Orlando, o incluso a otros estados como Texas, lugares donde las comunidades cubanas crecen aceleradamente. ¿Has visto este proceso y a que se debe?

 Miami no es una ciudad industrial, y hace mucho que los grandes talleres donde se fabricaba ropa cerraron. El monopolio en la fabricación de uniformes escolares  destruyo en los 90 a muchos pequeños empresarios que fabricaban ropa infantil, y muchos negocios que prestaban servicios a la comunidad vieron como desaparecían sus beneficios en la medida que la crisis paraba los créditos fáciles. Aunque algunos gigantes como Walmart ofrecen empleos mal pagados, por otro lado destruyen a miles de pequeños empresarios que generarían muchos mas empleos que esa multinacional, de manera que no es extraño que los cubanos se marchen a otros ciudades huyendo de una zona donde el envejecimiento progresivo de la población originaria solo deja espacio para planes de salud.



Miami tiene el estigma de ser un páramo cultural ¿Hasta que punto esto es cierto, como se mueve el mundo del arte y la cultura en Miami y hasta qué punto influye la comunidad cubana y sus orígenes en esto?

 Miami es un desierto cultural, pero no precisamente por culpa de la comunidad cubana, sino creo yo, por ser una zona urbana relativamente nueva en la historia de este país, y por el enfoque exclusivamente turístico dado al lugar por los gobiernos locales.

Últimamente Miami se está proyectando en los medios internacionales precisamente como una plaza cultural. ¿De dónde viene esto?

Miami rivaliza con La Habana y otras ciudades en lo cultural como punta de lanza de una voluntad política que desea que Miami sea la "Capital de la America Hispana". Las ferias, los concursos, y otros eventos privados apuntan cada vez más hacia la cultura, pero años de atraso cultural no se superan tan rápido. El pueblo de Miami es trabajador, y trabajando para el capital privado no queda mucho tiempo libre para el arte y la cultura. Luego de una jornada agotadora lo primero para el obrero es buscarse el alimento o pagar sus cuentas, no irse a una galería a conocer artistas locales. Si los gobiernos no se ocupan de la cultura popular es imposible que el mercado lo haga. En Hialeah por ejemplo se repite cada viernes lo más cercano a una actividad cultural pública (bastante comercializada por cierto) conocida como: Viernes Culturales; precisamente en las horas más agitadas y con peor tráfico, cuando muchos obreros necesitan depositar sus salarios en los bancos locales, con pésimos resultados para esa actividad "cultural".



¿Cuánto se conoce en Miami del arte que se hace en Cuba?

Se conoce muy poco, porque los cubanos que mas voz tienen repiten continuamente en los medios, que en Cuba nada sirve, de manera que se practica una "negación de la realidad" con objetivos políticos. Reconocer que en Cuba florece el arte, seria para ellos una derrota ideológica, y mientras persistan en la mala voluntad hacia la isla, no tendrán ojos para su realidad artística. Cuando he estado en Cuba, he visto como entran continuamente a las galerías de artes plásticas personas de todo tipo, como estudiantes, obreros, abuelas que recogen a sus nietos del colegio, y hasta uno que vi con un pan envuelto en un cartucho bajo el brazo. Quizás no son expertos en artes visuales, pero evidentemente son los más deseables visitantes. Espero que en Miami cada vez más se conozca no solo el arte que se hace en Cuba, sino su vinculo con el cubano de a pie.


¿Asimila fácilmente el ambiente artístico de Miami el arte que se hace en la Isla?

 No del todo, porque primeramente está el problema gremial; la competencia. No nos olvidemos que los artistas plásticos en Miami están bastante desamparados por los gobiernos locales, y no todos logran vender sus obras a Hospitales ,bancos o coleccionistas millonarios, de manera que existe un celo que les hace a menudo tener una aptitud de  distancia hacia los pintores de la isla, o sea hacia su competencia. Vivimos aquí en una sociedad de mercado donde el cliente decide bastante sobre la creación artística, y a menudo los pintores de la Isla desarrollan temas polémicos que pueden escandalizar a un potencial comprador, por lo que es arriesgado tratar de comercializar una obra polémica, y se opta por una vía más conservadora como la del retrato, que siempre está en demanda, rechazando la influencia del trabajo que se hace en Cuba.

 De alguna manera el pintor en la Isla es un poco más libre para escoger temas para su obra.

 Yo misma personalmente he visitado galerías en Cuba y he visto obras casi subversivas colgadas ante la vista de todos, porque el clima general es de mucha tolerancia hacia la expresión libre, aunque también he visto una insistencia en algunos pintores cubanos en contenidos que provoquen escándalo, como si se enfrentaran como la antigua vanguardia a una sociedad burguesa regida por gustos inmovilistas, cuando en realidad viven dentro de una sociedad bastante distinta, y que no necesita del escándalo para revolucionar valores. 

Amelia Pelaez fue parte de una vanguardia que revoluciono los patrones para evaluar el arte en Cuba, lo cual hizo con buen gusto y sin apartarse de la exigencia del público en general en Cuba, pero algunos pintores actuales en Cuba, podrían desarrollar un elitismo que los aparta demasiado del gusto popular y de la clase trabajadora no iniciada en los secretos y códigos de un arte creado deliberadamente para unos pocos iniciados.

Performance Aktion 135 , realizado por estudiantes del Instituto Superior de Arte de La Habana y el artista austriaco Hermann Nitsh ante un publico de 300 personas en la XI Bienal de La Habana.

 En Miami hay tanto culto a una Cuba pasada que casi se puede considerar adicción, y como todas las adicciones se convierte en refugio. Crees que mucha gente mayor y no tan mayor, se han convertido en desterrados del tiempo, gente que les aterrorizaría ir a La Habana y encontrar un centro comercial moderno, gente comprando electrodomésticos, escuchando música en sus Backberrys y Iphones desbloqueados, y prefieren mas las imágenes de una Cuba  exclusivamente de penurias y  edificios derruidos.

Existe en Miami cierta costumbre reaccionaria de mirar mucho hacia atrás, y no solo hacia los años anteriores a la revolución. Ya algunos añoran hasta la época antes del derrumbe del campo socialista. La modernidad asusta sobre todo a  grupos humanos que al emigrar se pierden etapas intermedias de evolución social en sus sociedades originarias, de manera que para superar esa tendencia hay que mostrar con paciencia a  nuestra comunidad las maneras de cómo lidiar con el cambio en su isla, imaginada de forma distorsionada. El primer paso es no huir de la fuente del temor, sino montarse en un avión y superarla visitando la nueva realidad. Actualizar las emociones no toma mucho tiempo, solo se necesita un poco de apoyo de parte de los cubanos de la Isla, que te reciban sin prejuicios, y con amabilidad, y ya eso está ocurriendo. El tiempo ha pasado y Cuba ha cambiado muchísimo sin perder soberanía, ya la guerra fría se acabo hace mucho, pero en las mentes a veces permanece el inmovilismo más grande que existe; el de las memorias.


Centro Comercial en La Habana

Como viste a Cuba cuando la visitaste ¿Era lo que esperabas?

 Yo viaje directamente a Camagüey, y la vi llena de vida y optimismo. Después de tantos años viendo en la televisión de Miami solo baches y paredes despintadas como visión de Cuba, fue refrescante ver la realidad llena de luz y de gente sencilla llenita de proyectos e ilusiones. Toda la propaganda del mundo no puede ocultar la realidad y aunque si vi calles con baches y algunas paredes despintadas vi una provincia, y un país donde a pesar de los problemas existe una crítica a los mismos y una voluntad de superarlos con reformas valientes. Me sorprendió lo sociables y atentos que son los cubanos de la Isla, y el ambiente general de cultura. Las obras de teatro, las exposiciones de pintura y las ferias de libros a pesar de las dificultades económicas del país son algo de valorar.


Camaguey, Cuba

¿La historia de tu familia afecto de alguna forma el viaje respecto a las autoridades cubanas?

De ninguna manera. No podría esperar mayor respeto y profesionalidad en las autoridades desde el arribo hasta la salida. Regrese a Cuba 15 años después de haber salido, y lo hice con cierto temor, y no solo por la propaganda negativa, sino por nuestra experiencia como familia, pero la realidad supero cualquier temor y mejoro  mi visión del problema cubano. Yo no puedo predicar reconciliación, y no practicarla, por eso después de mi viaje se me ocurrió crear el slogan "Sin Odios ni Rencores" para la organización que dirigía mi papá en Miami.

¿Cómo fue tu experiencia con la exposición que intentaste llevar?

 En marzo del 2012 fui invitada formalmente para exponer mis óleos en Camagüey y aunque yo pagaría por todo el costo del proyecto, tendría la satisfacción de exponer por primera vez en un espacio público mi trabajo. Esa primicia se la quería regalar a mi ciudad natal, y comencé al regresar a Miami con los preparativos, pero antes debía solicitar la licencia necesaria al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, y la respuesta de ellos fue negativa. En dos ocasiones que solicite dicho permiso, me contestaron (de forma escrita y hasta oral por teléfono) diciendo que no era legal, y que era "negociar con el enemigo". Por supuesto que en este proyecto no ganaría yo ni un centavo, así que no estaría violando las leyes del embargo a Cuba, pero ellos insistieron con giros burocráticos enredando la gestión en el tiempo hasta que paso el año y en la fecha programada no pude llevar mis óleos a la tierra donde nací. (2)

¿Pudiste finalmente llevar tu arte a tu ciudad, tienes planes de hacerlo en el futuro a pesar de las dificultades?

  Todavía no lo he logrado, pero jamás renunciare al proyecto original y por tal motivo esas pinturas no están en venta, ni serán expuestas públicamente hasta que no lo haga en mi Patria.




Has incursionado en los medios de comunicación de Miami planteando tu visión. ¿Cuales han sido las reacciones?

En Miami es muy difícil plantear otra visión alternativa a la establecida por la extrema derecha. Aún así pude hablar sobre mi proyecto artístico, la negación del Tesoro y mi visión política del asunto en dos ocasiones por el canal TeleMiami en directo, y con llamadas telefónicas de los televidentes. También me dirigí a varios periódicos, pero todos se negaron a hablar sobre el tema, y algunos periodistas en privado me llegaron a decir que eso no les convenía a ellos. Me imagino que para la extrema derecha mi centrismo puede parecer puro comunismo pero esas posiciones ya son cosa del pasado y cada vez más se irán diluyendo en visiones más constructivas para la comunidad.

¿Por qué después de lo que le ocurrió a tu familia no le das cabida al odio?

Lo que mi familia vivió en Cuba a principio de los 90 fue bastante traumatico y hay personas que son responsables de ello. Pero mi familia tienen un carácter moral basado en fundamentos religiosos judaicos, y toda nuestra conducta deriva de principios que para nada coinciden con ese rencor o venganza que sobrepasa la responsabilidad individual de los culpables. Quienes nos maltrataron son sujetos con nombres y apellidos, no vamos a pasar la culpa a Instituciones u Órganos del Estado y mucho menos al resto del pueblo cubano que es quien en definitiva recibe los beneficios del perdón y la reconciliación.

Las elecciones presidenciales pasadas fueron un duro golpe para los republicanos y por supuesto para el lobby cubano de derecha ¿Qué ha hecho cambiar al electorado de Miami?

El pueblo de Miami es en su mayoría trabajador y decente, y ha tenido que soportar durante años a una clase política corrupta y enemiga de la democracia verdadera, pero hasta ahora no había llegado a la madurez política de entender que los profesionales de la política derechista no los representan a ellos, y gran parte de este despertar demócrata se debe al golpe traumático de la crisis del capitalismo local, nacional y mundial.

Hiciste un trabajo de divulgación sobre las protestas en Miami, el movimiento Occupy, ¿Por qué fueron estas más limitadas o tímidas que en otras ciudades?

 Miami es una ciudad de derechas, donde los medios radiales, televisivos y escritos responden a los intereses de los que tienen dinero, mientras el pueblo trabajador ha sido hasta ahora tímido en su voto, y en su activismo político, de manera que de alguna manera dejaron al movimiento cívico abandonado a su suerte, mientras la televisión describía las protestas como cosa de antisociales y drogadictos. También el movimiento no insistió demasiado en organizarse, ni tener líderes o política definida, y en mi opinión no hizo un trabajo de captación en otras áreas de la sociedad civil quedando como un gesto anárquico de estudiantes y desempleados ante la opinión pública.

¿Qué crees que pase en Cuba en un futuro cercano y que es lo que desearías, dos cosas que no siempre van juntas?

Creo que Cuba tendrá éxito en sus reformas, y que no hay peligro de que las mismas propicien el desmantelamiento del Estado, aunque me preocupa la decadencia moral en importantes grupos sociales de la isla. El mercado tendrá más espacio en Cuba sin llegar a situaciones caóticas, y los derechos civiles se ampliaran aún más, pero sospecho que un sector minoritario aprovechara las reformas egoístamente para beneficio propio entrando en conflicto con el interés general, lo que puede  llevarle a chocar directamente contra el Estado al cual tratara de subvertir si encuentra debilidades en el sistema. Como el orden es la base de la vida social no me gustaría ver a los cubanos chocando entre si y retrasando las reformas del sistema. Me gustaría que la propiedad privada tenga su espacio legal, sin llegar a concentrarse demasiado y que Estados Unidos tenga plenas relaciones diplomáticas con Cuba, pero que los cubanos no pierdan los logros de la Revolución, que no solo fue justa y necesaria, sino que estableció derechos colectivos que no deben perderse.

Me gustaría también que en Cuba se desarrollara una cultura cívica y moral, que algunas malas costumbres sean superadas, sobre todo distinguiendo lo público de lo privado. Que en los espacios públicos unos no impongan a los demás sus credos religiosos, sus moralismos, como tampoco las indecencias y groserías que ofenden el derecho ajeno. Cada persona tiene un espacio que debe ser respetado, incluso un espacio sonoro. No hay nada más agresivo que un altoparlante puesto en la tapia del vecino obligándolo a escuchar un ritmo particular. Si aprendemos a convivir de manera civilizada avanzaremos más rápido que con largos discursos.


(1)  Un registro policial en su casa fue realizado con violencia innecesaria. Su madre sufrió secuelas por lesiones cerebrales.

(2) Por la parte cubana no hubo trabas.

miércoles, 26 de junio de 2013

El Top Ten literario de Leonardo Padura

En una entrevista que le hiciera el escritor y promotor literario Rafael Grillo al novelista y  ensayista cubano Leonardo Padura para la exelente pagina isliada.com, Padura enumero la lista de las 10 novelas que " hay que leerse".

Aquí va la lista.


0-George Orwell







1-Paul Auster. Sin Comentarios.




























2-Roberto Bolaño También sin comentario.



        
























3. Vida y destino, de Vasili Grossman. Impresionante, revelador, demoledor.


























4. Las benévolas, de Jonathan Littell. Avasallante.


























5. La carretera, de Cormac McCarthy. Doloroso, triste.


























6. El poder del perro, de Don Winslow. Trepidante, revelador sobre cómo funciona la industria del narco.


























7. Conejo en el recuerdo, de John Updike. Es el fin de su zaga sobre Conejo Armstrong.







8. El telón, del ya mentado Kundera. Un lúcido ensayo sobre la literatura.





9. Dos novelas de Philip Roth. El caso Shylock y Pastoral americana.

 


10. Asesinos sin rostro, de Henning Mankell. Una gran novela policial sueca, mucho mejor que las del Milleniun de Larsson.






lunes, 17 de junio de 2013

"Los Beatles nunca estuvieron prohibidos en Cuba" Entrevista a Jorge (Papito) Serguera



                             


por Ernesto Juan Castellanos

(tomado del libro John Lennon en La Habana with a little help from my friends. Ediciones Unión, 2005)

 A mi casa no entró la televisión hasta 1973. Y no por problemas en la antena ni deficiencias de la transmisión, sino porque fue en ese año cuando mi papá se ganó un Rubin 205 en blanco y negro por sus méritos laborales. Hasta ese momento me había conformado con mirar, sin ver nada en la pantalla, un Phillips de bombillos que solo servía para poner adornos de yeso y búcaros con flores sobre él.

Y cuando se ganó, también por merecimiento sindical, un apartamento de microbrigadas en el reparto Bahía, tuvo la mejor excusa para donarlo a un vecino con iguales necesidades ornamentales. Entonces solo me interesaban los Muñe, las Aventuras, Caritas, Amigo y sus amiguitos, Variedades infantiles, Tía Tata, A jugar y La comedia silente. Por mi exigua cultura radial y televisiva, cuando comencé a investigar cómo funcionaba en Cuba la promoción de lo que se conocía como “música popular”, sobre todo la anglófona, traté de localizar a los promotores musicales de aquellos años. Solo que muchos ya no estaban a mi alcance. Unos porque habían dejado el mundo de los pecadores, y otros porque vivían a 90 millas al norte. Pero aún quedaban algunos con memoria suficiente como para recordar aquellos años bajo el azote de mi acucioso cuestionario. Tuve la gran suerte de localizar a Jorge Serguera. El nombre puede sonar ahora algo insípido y común, pero si aclaro que su nom de pluma es Papito Serguera, el director general del ICR entre 1966 y 1973, quizás comience a tomar matices, aunque sea con un cierto sabor amargo, en la memoria de muchos jóvenes de entonces, ahora cincuentones y sesentones.

                                            

Porque Papito lleva una coletilla gris en su nombre: se dice que él fue quien prohibió a los Beatles en Cuba. Cuando lo llamé para pedirle una entrevista no sabía qué decirle. Quería evitar por todos los medios mencionar el asunto de la escultura de John Lennon y los comentarios populares de que él había sido el malhechor de la ley seca de la música popular anglófona. Ni loco. Ni siquiera me atreví a mencionar la palabra “Beatles”.

¿Sobre qué es tu libro? –cuestionó con curiosidad del otro lado de la línea.

Mm… sobre cultura y los medios masivos de difusión durante los años 60 –respondí, y me sentí enormemente orgulloso de no mentir.

¿Y para cuándo quieres la entrevista? –preguntó con cierta inflexión entre conformidad y aprobación.

¿Puede ser para mañana mismo? –aproveché sin titubeos el impulso de la conversación.

Está bien, pero tiene que ser temprano.

Llegué tan temprano a su casa que aún estaba durmiendo. Como nunca lo había visto en mi vida, ni siquiera en fotos, supuse que iba a enfrentarme a un hombre gordo, senil, prepotente y fumador de tabacos. Pero no, aunque Papito tiene sesenta y nueve años, no aparenta tanta edad, no es gordo, es aceptablemente afable, tiene buen sentido del humor, y no fuma. Cuando lo nombraron director general del ICR solo tenía treinta y tres años. Y ya había sido embajador de Cuba en Argelia y el Congo.

En esa época mucha gente decía que yo era el embajador más joven del mundo –me comentó con orgullo–, aunque no he hecho de eso un mérito o un dato original de mi vida ni mucho menos.

                               

Lo imagino como un muchacho con una extraordinaria y enérgica vocación por los medios y la cultura. Nada de eso. Yo no tenía experiencia anterior ni vocación alguna por los medios masivos, ni de escritor, ni de guionista, ni de director, ni de fotógrafo. A mí simplemente me pusieron a dirigir el ICR cuando concluí mi misión en África con un doble propósito: primero, teniendo en cuenta mi conocimiento general en el terreno de las humanidades y, segundo, por mi experiencia política en el trato de los problemas nacionales e internacionales. Antes del triunfo de la Revolución, Papito Serguera se graduó de abogado. Era conocido por haber defendido varias causas políticas en los tribunales de urgencia en su natal Santiago de Cuba. El más importante de sus juicios fue la Causa 67, que inculpaba a los participantes en los alzamientos del 30 de noviembre de 1956 en Santiago, La Ermita y Puerto Padre, y a los expedicionarios del Granma capturados luego del desembarco del 2 de diciembre.

Yo fui famoso en la audiencia de Santiago por acusar a Batista y decir que era él quien tenía que estar sentado en el banquillo de los acusados. Y junto con Lucas Morán le pedí el cadáver de Frank País a Salas Cañizares, quien había ido a buscarme la semana anterior al tribunal para matarme.

                            


Poco después se exiló en los Estados Unidos, hasta que regresó a su país para unirse a la guerrilla de Fidel en la Sierra Maestra, donde obtuvo los grados de comandante del Ejército Rebelde antes triunfo de la Revolución en 1959. Siete años después, era el director general
del Instituto Cubano de Radiodifusión.


¿Quién lo precedió en la dirección del ICR?

Los directores luego del triunfo revolucionario fueron, en orden, Carlos Franqui, Gregorio Ortega, Ramiro Puertas y Aurelio Martínez. Después comencé a dirigirlo yo.

¿Cómo estaba estructurado ese organismo entonces?

Cuando yo llegué no había realmente tal estructura organizativa. Tanto la radio como la televisión estaban entramadas de manera caótica. No existía una estructura de programas tampoco. Esa la establecían los propios directores de los programas. A ello había que añadir un vicio: esa falta de estructura y de organización dio lugar a una parcelación en la programación. Existía el programa de fulano, de fulana, de mengano y de esperancejo. Y ya eso era clásico.

Quiere esto decir que lejos de responder a un proyecto cultural, la programación respondía a intereses personales, y ello generó problemas que luego fue difícil combatir y suprimir.

Como tú comprenderás, la dirección de un aparato de aquella naturaleza no podía estar en manos de un solo hombre. Así, un grupo de compañeros y yo organizamos la estructura del ICR en pos de una mejor calidad de la programación. Y acabamos con el caudillismo, la jefatura, los dueños de programas y los males que persistían, que era muy fácil ver a dónde conducían. Si tú eras director de un espacio musical y venía una muchacha bonita a quien le gustaba cantar, tú sabes que eso terminaba en la cama. Había una cola enorme. Te puedes dar cuenta de que todo eso se prestaba a una cadena infinita de problemas, que incluso me atribuyeron a mí, porque la gente decía: ¡Papito acabó en el ICR!”

                     


Cuando me propuse entrevistarlo, mucha gente me dijo que usted nunca iba a aceptar porque era quien había prohibido a los Beatles. Mira, no fui yo quien prohibió a los Beatles, y te voy a hablar de eso más adelante. La entonación de su respuesta me convenció de que había accedido a la entrevista preparado para discutir sobre el tema. Eso me hizo sentir más relajado y evaporó, por el momento, los temores que tenía en cuanto a la tensión que podía tomar la conversación cuando llegara el momento. No se molestó, pero tampoco me respondió de inmediato.

Cuando yo comencé en el ICR, allí había mucho desorden, porque todo el mundo se sentía dueño de aquello. Y al yo tomar medidas para erradicar eso, se perjudicaron, como tú comprenderás, cientos de intereses. Y tantos intereses perjudicados no iban a quedarse callados. Esa contradicción, de la única manera que te la puedo explicar en una etapa en la que tuve que acabar con los intereses predominantes y establecer nuevas reglas de funcionamiento y organización, dio lugar a la desaparición de los mediocres. Algunos se fueron para los Estados Unidos, otros para sus casas y otros para otros ministerios.

¿Y qué pasó con Silvio Rodríguez?

Me atribuyen un incidente con Silvio, y es verdad que lo hubo. En primer lugar, Silvio tenía un programa en la televisión que se lo di yo: “Mientras tanto”. Él comenzaba y tenía calidad. Alberto Vera me había dicho que era bueno, como mismo lo eran miles de muchachos. No vayas tú a pensar que él era el único. Entonces lo consideré, y Moya, quien era el director de ese espacio, vino a hablar conmigo. “Bueno, está bien, vamos a hacer un programa así que se llame “Mientras tanto”. También había hecho algo similar para Tata Güines, Felo Bergaza y Omara Portuondo. Lo pusimos en el canal 2 para levantar la televidencia de ese canal. Y pegó.

                                             


En una ocasión, Silvio hizo una apología de los Beatles en el programa, no sé si fue porque Moya lo escribió en el guión. Y vino alguien y me lo dijo. ¡Si él estaba allí para tocar su guitarra y cantar sus canciones, ¿por qué tenía que buscarme líos con los Beatles?! ¡Que deje a los Beatles en paz! Dijo algo así como que él se inspiraba en ellos… Está bien, pero allí había una polémica muy seria, chico.

Déjame decirte lo siguiente. Yo oigo a los Beatles y los he oído toda la vida. Ahora bien, había dirigentes nacionales que estaban en contra, no de ellos, sino de la llamada “música moderna”, que había cambiado los timbres y sonoridades de cuando éramos adolescentes. Y había otros que estaban en contra de la música cantada en inglés, porque según ellos deformaba la ideología. ¿Tú me entiendes, verdad? Era gente con mucha autoridad. Era una presión increíble, porque era una presión poderosa.

No obstante, yo creé “Radio Cordón de La Habana”, una emisora que ponía música moderna el día entero. Luego surgió “Nocturno”, una idea de Ñico Hernández, recientemente fallecido. El programa más escuchado de música moderna en esa época era el que tenía Chucho Herrera, “Sorpresa musical”, y nunca nadie lo molestó. Ni a su programa ni a “Nocturno”. Lo que más se conoce es lo que me pasó con Silvio, que dicen que además me dedicó una canción. No sé si le puso “Nube gris”, “Nube negra”, “Ojalá”… una cosa de esas. Si me dedicó una canción, ¿qué le voy a hacer? Pasaré a la historia como el elemento en el que se inspiró Silvio Rodríguez para hacer una canción. Yo lamento mucho que Goethe no se haya inspirado en mí, porque yo no había nacido todavía. O Dostoievsky.


                               

¿Pero tanto lío por haber dado una simple opinión sobre los Beatles?

Sí, chico. Si tú estás para cantar, no me des esos criterios. En un tema tan candente como era en esos momentos el de la música moderna, que tú te me bajes con una apología de los Beatles, y a través de un medio masivo, ¡y en vivo…! Si hubiera sido un programa grabado y hubiera tenido tiempo para corregirlo, le hubiera dicho: “se te fue la mano aquí”. Pero para entonces, desafortunadamente, ya existía una enemistad personal entre Silvio y yo.

Alfredo Guevara, por su parte, que estaba en el ICAIC, hizo un grupo experimental de música y se llevó para allá a Leo Brouwer, a Silvio y a dos o tres más. Y parecía el protector frente a la agresividad y violencia cultural de Papito Serguera. No, chico, ni yo soy un violento cultural ni nunca he violentado culturalmente a nadie. Pero además,

el primer hecho cultural en importancia de Cuba en el siglo XX es la Revolución Cubana, y su autor es Fidel Castro. Y yo soy parte activa de esa Revolución y comandante del Ejército Rebelde. Así que si vamos a hablar de cultura vamos a empezar por la Revolución. ¡Y yo estaba ahí desde el inicio, no es que me haya integrado después! Si el problema es la reacción cultural mía, eso estaba determinado por las normas políticas impuestas por el sistema educativo, deficiente o no, que había recibido en la provincia en que, afortunadamente o desafortunadamente, me tocó nacer, que es la del mambisado de Cuba.

El sentido del humor de Papito Serguera desapareció. Su tono y volumen de voz subieron a picos preocupantes. Me incliné ligeramente hacia atrás en mi sillón y realicé un discreto paneo visual en búsqueda de alguna salida de emergencia. Pero su próxima oración fue más suave, por fortuna, porque noté que los muros que rodean el patio de su casa estaban bastante altos.

Que no me vengan con música moderna, ni antigua, ni contemporánea –continuó–, porque yo era un pequeño burguesito que bailaba con Frank Sinatra, Tony Bennet, Artie Shaw, Tommy Dorsey y Duke Ellington…, que era lo que se bailaba en mi época. Lo mismo bailaba un danzón que un son, un mambo, un rock and roll, o una conga en los carnavales. Yo no tengo predilección por ningún timbre musical, pero respeto los gustos de las personas. Así que no soy capaz de imponerte una música.

Creo que fue una visión equivocada del problema por parte de algunos compañeros. Pero bien, uno también tiene que tener en cuenta eso, porque en la política tú no andas solo. Quiero decirte que en el problema mío de la dirección del ICR jamás interfirieron Fidel o Raúl. Ellos siempre respetaron mis puntos de vista, aunque a veces me plantearan algunas preocupaciones. Entonces estaba de moda aquella famosa cosa del diversionismo ideológico.

Ahora, si plantean el problema desde posiciones de responsabilidad, también hay que oír mis argumentos. Pero eso nunca ha ocurrido, y aparezco yo como culpable sin haber sido nunca juzgado.

¿Y cuando aquello a usted le gustaban el rock and roll y la música en inglés?

¡Pero claro! Mira, yo vivía en Nueva York antes del triunfo de la Revolución y oía mucho rock and roll. Ahora, te estoy diciendo que el problema no se estaba planteando en el terreno de la música, sino de la política. Y yo no tenía nada que ver con eso, pero tenía que responder disciplinadamente a los problemas políticos, porque uno no es revolucionario
impunemente.

Ahora bien, ¿quieren discutir eso conmigo? ¡Pues vamos a discutirlo por la radio, la televisión o con la pluma en la mano si es necesario! ¡Que no me vengan con historias! Es muy fácil polemizar con alguna gente. Conmigo la cosa es diferente, porque ideas como estas las defendí en los tribunales, metido en veinte rollos cuando era abogado en la época de Batista, rodeado por fusiles y armas largas, y no les tuve miedo ni a él ni a sus secuaces, para que sepas cómo era el juego.

¡Así que cómo tú te vas a aparecer aquí con eso de los Beatles! Yo que había hecho gárgaras con puntillas, eso para mí es hacer gárgaras con chocolate. ¿Qué es lo que pretenden: disminuirme, humillarme o desacreditarme? ¡Si persigues alguna de las tres y quieres sancionarme históricamente, vamos para la prensa pública y vamos a la polémica! Abre las páginas y vamos para la calle. Y no me estoy refiriendo a la máxima dirección de la política en Cuba, sino a aquellos que propagaron esos rumores.

Durante nuestra conversación había notado que Serguera usaba indistintamente la segunda persona del singular y la del plural, así que no pude deslindar si esta vez se estaba refiriendo directamente a mí. Pero como no me consideraba de los que propagaban aquellos rumores, porque cuando él era director del ICR yo era un niño feliz que disfrutaba más a los Yoyo que a los Beatles, le pregunté:

¿Y usted escuchaba a los Beatles mientras estaban prohibidos?

¡Los escuchaba y los sigo escuchando! Y quien te diga que no lo hacía te está diciendo mentiras. Mira, yo no quería usar calificativos para no ofender, pero lo que pasó con los Beatles y la música en inglés fue que el ICR era un medio que estaba monopolizado por gente de la pseudocultura.



                       Aspecto actual del Instituto Cubano de Radio y Television (ICRT)

¿Y hasta cuándo estuvo dirigiendo ese medio pseudocultural?

Hasta el año 73, y nunca más volví. Cuando he ido a ver a algún amigo mío lo he visto afuera, en la acera. Además, no me interesa. Supe que los estudios de P y 23 desaparecieron, los de Mazón y San Miguel también. Me enteré de que habían convertido
esos estudios en oficinas. ¡Es increíble! Un estudio de televisión vale ciento y pico mil dólares y lleva una dificultad tecnológica que tú no te puedes imaginar. Sin embargo, muy fácilmente levantaron una pared, pusieron un buró, sacaron esto y aquello, y le metieron un falso techo.

¿Por qué se fue del ICR?

No, en política yo no me voy de ningún lugar; me van.

Bueno, ¿por qué lo fueron?

Me imagino que la presión de todos los intereses que dañé tiene que haber sido muy grande, porque esas cosas no ocurren impunemente. Pero no fue porque hubiera un error en específico.

¿Y qué justificación le dieron para quitarlo de su puesto?

Ninguna, pero tampoco la pedí. Solamente me dijeron que me iban a sustituir. Yo no tengo que discutir eso. Fue una decisión política y yo soy un hombre disciplinado. Nunca pedí una explicación porque a mí no hay que explicarme nada. Te estoy diciendo que si entré en este juego fue porque me lo propuse y acepto una disciplina: no puedo convertirme en un contestatario de algo que yo acepté. Ahora bien, no hay duda de que dirigir un medio masivo es conflictivo, no solamente en Cuba. En cualquier lugar que tú dirijas una emisora de radio y televisión te vas a buscar problemas. Es más fácil transar.

Sin embargo, tengo entendido que en 1966, cuando usted comenzó a dirigir el ICR, ya se estaba produciendo un cambio en la política cultural y se estaba comenzando a divulgar algo de música en inglés.

No, eso no es verdad. Al contrario, cuando yo llegué fue todo lo contrario. Mira, siempre se puso música en inglés, pero no había una prohibición por escrito. Lo que había era… Mira, chico, ¿quieres que te explique el origen del mal? El origen del mal está en que los problemas culturales, cuando se ven impactados por la política, conducen a errores. Ahora bien, los problemas políticos son fundamentales antes de los culturales. ¿Y qué ocurre? La defensa de la Revolución lleva a decisiones que son acertadas o desacertadas. Toda decisión en la política es coyuntural. Si no, hubiera una receta para la política como la hay para hacer un huevo frito.

¿Qué ocurrió entonces? Se estableció la práctica –porque no fue una directiva o una resolución gubernamental– de que si un cantante se iba del país lo prohibían en la radio. Por eso, antes que los Beatles, los primeros prohibidos aquí fueron grandes cantantes cubanos como Orlando Vallejo, Celia Cruz y Olga Guillot. Pero no solamente pasó
con cantantes, sino también con arreglistas formidables, que cuando se iban del país inmediatamente prohibían todas las canciones con arreglos suyos.

La eliminación de todos esos artistas creó un vacío, porque eran gente de calidad. Y hubo que sustituirlos con otros de muy poca calidad o por muy poca gente de calidad. Eso provocaba una repetición, una reiteración, de músicos como Barbarito Diez y Elena Burke… y la gente se quejaba. Está bien, en un momento determinado, eso desempeñó un papel… ¡que se pudo haber suprimido después! Pero esa política perduró y, sin embargo, aún no se sabe quién es el culpable.

¿Cómo era la política que definía qué se podía o no poner en la radio y la televisión?

No existía tal política en la COR (Comisión de Orientación Revolucionaria), hoy DOR (Departamento de Orientación Revolucionaria). Esa tuve que elaborarla yo con la gente que me ayudó en la estructura del ICR.

¿Y cuándo comenzó a desmembrarse esa situación?

No lo sé. El problema es que aquello se convirtió en ley, en directiva, a lo mejor de la COR, a lo mejor del Partido Comunista de Cuba. Y hubo sanciones a los jóvenes, y hasta gente separada de la UJC y del PCC. Y ello también valía para el pelo largo. Ahora, ¿por qué me van a echar a mí la culpa del pelo largo, si no tengo nada que ver con eso, porque yo era de los barbudos y peludos de la Sierra Maestra? ¿Por qué la van a coger conmigo? ¿Por qué van a hacer recaer toda esa responsabilidad en Papito Serguera?

¡Pero en el ICR tampoco dejaban que la gente tuviera el pelo largo!

Coño, pero si te lo estoy diciendo. A mí me llamaban: “¡Oye, no puede ser!” ¿Y qué tú quieres que yo haga? Dime, ¿qué hubieras hecho tú? ¡Es increíble! Yo entré a La Habana el 8 de enero de 1959 con un pelo largo que me daba por aquí. Y lo mantuvimos así hasta que nos pelamos. El pelo largo y la barba los inventamos nosotros mismos, los rebeldes. Y de pronto aquello fue una prohibición… ¿Qué tiene que ver el pelo con la gente o con sus ideas? ¿No te das cuenta de que la contradicción era demasiado grande? Mira, yo tampoco perseguí homosexuales ni los mandé para las UMAP. ¿Por qué la van a coger conmigo?

El mundo del arte y la cultura es muy complejo. Yo no creo que tenga carácter para lidiar con eso. Nunca me imaginé lo que era el ICR, porque si lo hubiera sabido, jamás hubiera aceptado su dirección. Pero te digo una cosa. Ni los Beatles, ni ningún grupo musical extranjero, estuvieron prohibidos en Cuba en mi tiempo. ¿Qué ocurrió? Los Beatles eran, de una manera o de otra, representantes de una música cuyas tonalidades habían cambiado en relación con las anteriores. Entonces, objetivamente, como ocurrió esto de Silvio, se me quiso ver a mí como un enemigo de la llamada “música moderna”.

Ahora bien, los rumores no hay quien los detenga. Había instituciones para discutir eso. ¿Por qué no se va a esas instituciones de origen a pedirles una explicación? ¿Por qué van a decir que todo eso dependió de Serguera porque era el director del ICR? ¿Qué tengo yo que ver con eso? Vamos a hablar de manera institucional y a oírle a cada cual sus razones. A lo mejor vas a descubrir que yo era de los que estaba en contra de que se tomaran esas medidas. La música moderna se consideraba diversionismo ideológico. Y yo no inventé esa frase. Yo consideraba que eso era un error, un absurdo, un disparate, que la música no tiene barreras.

Y si no estaba a favor de todo aquel absurdo, ¿por qué no trató de hacer entrar en razón a quienes pensaban que la música en inglés y el pelo largo eran síntomas de debilidad ideológica?

Sí, lo hice, y aún conservo algunas cartas que escribí a altos dirigentes de este país donde yo doy mi opinión sobre el tema.

¿Y le respondieron?

–No. Esas cosas no se responden.

13 de abril de 2001