sábado, 22 de septiembre de 2012

¿Desde cuándo se está cayendo La Habana?

Por Javier Gomez Sanchez


Derrumbe en Centro Habana

La Habana se esta cayendo.No hay dudas de que a pesar de los alentadores esfuerzos de restauración de las zonas más viejas de la ciudad acometidos por la Oficina del Historiador, una buena parte de La Habana sufre un penoso deterioro.  Los barrios como Centro Habana y El Cerro, padecen con frecuencia  derrumbes de alguno de sus edificios,  en forma parcial o incluso total, con gran peligro para sus habitantes.  En la zona de El Vedado, grandes edificaciónes de la década de 1950, envejecen aceleradamente por la proximidad del mar, la falta de mantenimiento, y el colapso de sus sistemas de plomería.  Se ha llegado al extremo de cerrar algunos totalmente como el Hotel Capri, abierto en 1957 y cerrado a finales de los 90.

Hotel Capri. Actualmente cerrado.

Mejor suerte ha corrido la torre de apartamentos Someillan, también construido en 1957 y reparado recientemente con una costosa inversión en una arriesgada apuesta inmobiliaria.

Edificio de apartamentos Someillan, llamado asi por el apellido de su propietario , detrás se observa  su edificio adjunto , llamado Someillancito.


¿Pero desde cuando se está cayendo la Habana? o mejor preguntarse: ¿Por qué se está cayendo?  Si se hace esta pregunta muchas personas mencionaran como culpable  a la Revolución Cubana, proceso sociopolítico, con importantes implicaciones económicas, que se ha desarrollado en la Isla durante los últimos 54 años.  La convicción de esta respuesta es tal que lleva a personas extranjeras que nunca han puesto un pie en la ciudad a afirmarla empecinadamente. Más alarmante aun es como esta idea ha calado en la mente de muchos cubanos y habaneros tanto dentro como fuera de Cuba. ¿Cómo es posible que a una ciudad, fundada en 1519 y que cumple ya 493 años,  se le puede atribuir su deterioro a una mínima porción de su existencia: 54 años?

 Solo si se desconoce la historia de la ciudad.

El 16 de noviembre de 1519 se celebra la primera misa bajo una ceiba cercana a la bahía y se formaliza el cabildo de la villa. La ciudad era un caserío que apenas contaba con varias decenas de habitantes que fue creciendo a lo largo del siglo XVI, en la medida que la bahía era utilizada por barcos que iban o regresaban del continente.  Las casas inicialmente de madera, se construyen de piedra. Entre 1580 y 1630 se crea el Sistema de Flotas, que consistía en que los galeones que llevaban las riquezas extraídas del Nuevo Mundo se concentraran en un puerto para continuar viaje juntos hacia España con el objetivo de repeler los ataques de corsarios y piratas. El puerto elegido para la espera fue La Habana.

Uno de los primeros planos de la ciudad.

La ciudad comienza a tener no solo una población fija, si no una itinerante, que por la cantidad de barcos que se refugiaban en el puerto, llego a ser de casi del mismo número que la residente.  La ciudad comienza a crecer en el  eje de las Plazas de Armas, San Francisco y Nueva, actualmente conocida como Plaza Vieja. En 1674 se inicia la construcción de una muralla que protegería la ciudad de posibles ataques pero que encierra su trazado de calles en unos pocos kilómetros cuadrados, perímetro actualmente conocido La Habana Vieja.
Plaza Nueva, luego conocida como Vieja. Ilustración de principios del siglo XIX
Plaza Vieja. Foto actual.

Mapa de La Habana de principios del siglo XIX

Ya a mediados del siglo XVIII el espacio dentro de la muralla se encontraba saturado, existiendo un área de 140 hectáreas, mas de 1000 edificaciones. Era lo suficientemente pequeña como para recorrerla a pie fácilmente, si hubiese estado asfaltada. Sus principales calles eran Oficios, Mercaderes, Orreilly, Obispo, Muralla y Teniente Rey. Para ese entonces la ciudad tenia unos 70 mil habitantes.

Calle de La Habana. Ilustración de principios del siglo XIX.

Mientras la población mas pobre se comienza asentar en la zona sur de la ciudad, conocida como Jesús María, la pujante sacarocracia, formada por un grupo de familias de nuevos ricos con ansias aristocráticas ,sale de las murallas y construye quintas de descanso en El Cerro y El Vedado. A principios del siglo XIX se expanden nuevos barrios,  erigidos por las clases más ricas , que huyen del hacinamiento del interior de las murallas y se urbaniza la zona que hoy rodea el Parque de la Fraternidad y el Parque Central.

Quinta campestre en El Vedado, Calle Linea. Foto de finales del siglo XIX.
En 1863 es demolida la vieja y obsoleta muralla y se inicia la construcción en los solares de lo que sería el Barrio de Las Murallas, que se extendía desde el Paseo del Prado hasta las inmediaciones de El Vedado, creándose lo que hoy se conoce como Centro Habana.  Al oeste, cerca de la desembocadura del rio Almendares se comienza a extender  en 1859 el Barrio El Carmelo que en 1883 se une al de El Vedado, quedando el conjunto con ese nombre. El florecimiento de El Vedado arranca con mayor fuerza durante la década de 1920, conocida como Las Vacas Gordas,  gracias al alza del precio del azúcar ocasionado por  la Primera Guerra Mundial. Se construyen palacetes en las Avenidas   Paseo y Presidentes, conocida como G. En esta década la ciudad choca con un nuevo límite, esta vez natural, el Rio Almendares, solucionado con un puente construido en 1921.

Casa de las Tejas Verdes en restauración. 5ta Avenida , Miramar. Fue la primera casa  construida en la  5ta Avenida.

Comienza el crecimiento del barrio de Miramar,  que a lo largo de la 5ta Avenida que se extiende durante  la década de 1930, junto a las urbanizaciones de Kohnly, Almendares, Nicanor del Campo, Alturas de Miramar,  y  Belen hasta unirse con la zona de Marianao, que había tenido un desarrollo independiente.

5ta Avenida, Miramar, zona cercana a Monte Barreto, década del 40, aun se ven numerosos lotes por construir. Al fondo se ve la Iglesia de Jesus de Miramar, reconocible por su cúpula.

En los 40 y 50 se construyen modernas edificaciones en El Vedado que comienzan conformar la silueta  horizontal de la ciudad: El Focsa, el edificio N,  el Naroca, el Someillan ,el Retiro Odontologico, los hoteles Riviera , Capri y Habana Hilton,  entre otros. Se edifican nuevos residenciales de clase alta cercanos a clubes playeros y campestres  como el Biltmore, El Laguito, Cubanacan, Siboney , Atabey y Novia del Mediodia. Otros de clase media alta como Santos Suarez, La Víbora, El Casino Deportivo, y Fontanar.

Instantanea tomada desde un avión del Malecón habanero, década del 50. Se pueden ver los edificios Focsa terminado y Someillan en construccion. 

 Se extiende El Vedado, para crearse el Nuevo Vedado con residencias de arquitectura vanguardista que se adaptaban a las irregularidades del terreno cercano a la ribera del Rio Almendares.  Durante toda la década del los 50, se multiplican en los planos los proyectos de segunda residencia, que si el comprador deseaba podía ser la primera. Bajo el eslogan Esta Cerca de Todas Partes se construye el Reparto playero de Tarara, el único terminado de otros que se extenderían por la costa este a lo largo de la Autopista bautizada como la Vía Blanca: Riomar, Guanabo, Boca Ciega, Brisas del Mar, Santa Maria , Bacuranao y El Megano.
Reparto Residencial Tarara ¨Esta cerca  de todas partes¨
Mientras esto ocurría durante los años 20, 30, 40 y 50, las zonas más antiguas de la ciudad, Centro Habana y Habana Vieja, iban perdiendo todo interés inmobiliario. En la Habana Vieja el tránsito de los grandes automóviles de la época se hacía casi imposible. Los antiguos palacetes y casas solariegas, con sus patios interiores, cocheras y aljibes, se convirtieron en cuarterías y solares, donde vivía  una parte de la población más pobre de la ciudad, con servicios sanitarios muy precarios, los habitantes hacinados utilizaban pequeñas habitaciones, a veces sin puertas, que se fueron multiplicando con el tiempo. Casas del siglo XVIII fueron convertidas en albergue de  decenas de familias.

Solar habanero. Foto de la década del 40.
En las zonas cercanas al Puerto, a la Terminal de Ferrocarriles, incluso al Paseo del Prado junto a los solares, abundaban los garitos y tarantines, y especialmente los prostíbulos que llegaron a hacer famosos a barrios enteros como los de Colon y Pajarito.  Todo esto matizado con calles de una vida pintoresca y bohemia como Obispo.  En la calle Oreilly, se mantenían algunas de las oficinas bancarias la hicieron ser bautizada como  el Wall Street del Caribe, pero la ciudad moderna crecía muy lejos de allí, y los edificios eran cada vez mas incómodos y poco funcionales.

Calle Oreilly en su época de esplendor como centro financiero. Decada del 20.
Las iniciativas de modernizar la zona antigua, choco con varios escollos, como el proyecto de principios de los 40 que uniría a través de una amplia avenida el Capitolio con el Puerto, que  implicaría la demolición de varias edificaciones patrimoniales, lo que provoco la resistencia de numerosas personalidades de la época. Otros tuvieron mejor suerte como la demolición del Convento de Santo Domingo, acto considerado un crimen patrimonial, para instalar ahí un moderno edificio con helipuerto, destinado a la Gobernación Provincial.  Salvo esta y otras excepciones el desarrollo de la ciudad se realizaba en otros espacios.

Aspecto actual del antiguo Edificio de Gobernacion Provincial, para cuya construcción de demolió en 1954 el Convento de Santo Domingo, edificio del siglo XVIII. Actualmente alberga la Universidad de San Geronimo.

 En Centro Habana, zona no tan antigua como la Habana Vieja, pero igual de devaluada, algunas calles mantenían una vida comercial como Neptuno, Galiano y San Rafael, donde grandes tiendas hacían acercarse a sus vidrieras a miles de compradores y mirones, pero en la nueva Avenida 23 , en El Vedado se iniciaba una moderna zona comercial, La Rampa.

Calle San Rafael, una de las arterias comerciales de La habana de los 50.

Centro Habana había dejado de ser el espacio de diversión predilecto de la ciudad, y los Aires Libres del Prado, famosos en los años 30 y 40, perdían clientes frente a los night clubs , casinos y cabarets de El Vedado de los 50.

Publicidad del Hotel Habana Riviera en El Vedado, inaugurado en 1956 su cabaret y casino eran sus principales atractivos
En enero de 1959 triunfa la revolución y poco a poco, debido a la inestabilidad política y económica de los meses posteriores son paralizadas casi todas las obras constructivas. La Habana dejo de ser el destino turístico norteamericano por excelencia. Las nacionalizaciones de de propiedades norteamericanas provoca la suspensión de las ventas de petróleo a Cuba,  lo que produce el acercamiento a la Unión Soviética, los hechos se suceden  vertiginosamente,  Las compañías ESSO, SHELL y TEXACO, se niegan a refinar o manejar petróleo soviético, el nuevo gobierno nacionaliza las petroleras, Estado Unidos declara un embargo total a Cuba, lo que implica la muerte de las tiendas habaneras. Las vidrieras de Galiano, San Rafael y Neptuno, se van vaciando y a falta de otra cosa se llenan de propaganda revolucionaria. Muchas cierran para no abrir nunca más.

Tienda El Arte. Calle Infanta, Centro Habana, durante años una tienda de ropa para caballeros. Luego de la Revolución,de uniformes para el ejercito. Foto de Martha Rosler. 1984

Durante las décadas posteriores , los proyectos de residenciales playeros del Este de la ciudad se sustituyen por edificios populares, dando lugar a nuevos barrios como Habana del Este, Alamar, Micro X, otro tanto ocurre en Nuevo Vedado ,  La Lisa y San Agustín.

 Alamar. Ciudad dormitorio de La Habana. Foto actual.

Durante finales de los 90 y toda la década del 2000 se ha recuperado la Habana Vieja casi en su totalidad. El antiguo espacio moderno de El Vedado de los 50 ha sido sustituido por el perímetro desde Monte Barreto , colindante con Buena Vista, la intercepción de las calles 3ra y 70 hasta la rotonda de 5ta Avenida donde junto a la mole gigantesca de la Embajada Rusa y los edificio gemelos Tritón y Neptuno, construidos en los 80, la no menos gigante mole de la Iglesia de Jesús de Miramar, la más grande de Cuba, se levantan también el anfiteatro del Acuario, los modernos  hoteles Panorama, Meliá Habana, Occidental Miramar, Quinta Avenida, el apartohotel Monte Habana, el Centro Comercial Comodoro,  los 8 edificios que conforman el  Centro de Negocios de Miramar, toda una zona de expansión de la ciudad, tan moderna como lo fue aquella de El Vedado de hace 60 años y que raras veces es mostrada cuando se habla de La Habana.

Hotel Panorama.

Hotel Melia Habana


Hotel Quinta Avenida.

Centro de Negocios de Miramar. Vista parcial. 

Centro Comercial Comodoro
Hotel Occidental Miramar

Aparthotel Montehabana

Actualmente en Internet se encuentran con facilidad fotografías y videos nostálgicos de los 50, que muestran una Habana esplendida y moderna. Entre las imágenes tanto en blanco y negro como a color de la Avenida 23 y otros espacios, es difícil encontrar algo que muestre otra realidad en La Habana pre revolucionaria. Pero si existen.

<em>Cuban Children</em>, Walker Evans, 1933. The J. Paul Getty Museum. © Walker Evans Archive, The Metropolitan Museum of Art
Foto de Walker Evans. La Habana 1933

Foto de Walker Evans. La Habana 1933.

En 1933 el fotógrafo norteamericano Walker Evans visita La Habana, las fotos de Evans habían alcanzado notoriedad en la prensa norteamericana al mostrar las penurias de la Gran Depresión, por lo que era considerado un fotógrafo de temática social. Walker Evans se adentra con su cámara en la zona más antigua de La Habana.

Foto de Walker Evans . La Habana 1933

Sus fotos nos muestran una ciudad bastante alejada de las postales de la época, con edificios que para entonces tenían casi 100 años, con sus fachadas despintadas y carcomidas. Una panorámica abarca la Plaza del Vapor, en los balcones de los edificios, las sabanas colgadas nos hacen pensar que se trata de una foto tomada por un turista actual desde la terraza de un hotel habanero.

<em>Plaza del Vapor, Market Area, Havana</em>, Walker Evans, 1933. The J. Paul Getty Museum. © Walker Evans Archive, The Metropolitan Museum of Art
Plaza del Vapor. Habana Vieja. Vista por Walker Evans en 1933.

Otras imágenes son encontradas al azar, dispersas a veces entre otras que solo muestran el esplendor. En una dedicada a los carnavales habaneros de 1950, una carroza pasa por delante de un edificio apuntalado con vigas de madera.


Otra muestra un viejo edificio tapiado, su destino seria la demolición para dar lugar al Gran Templo Masónico en las calles Belascoain y Carlos III, por su arquitectura se puede decir que ya tenía  al menos 70 años,  frente a otro mejor conservado, que daría lugar a la moderna tienda Yumuri, la foto, muy rara, ilustra el estado en que se encontraban muchos edificios de esa zona.


Otra imagen, probablemente de la Calzada de Monte también deja ver edificios apuntalados.


Otra más que parece de una intercepción  cercana al Mercado de Cuatro Caminos, también parece de la actualidad si se quitaran los anuncios de Coca Cola y Ron Pinilla.



En otra foto, tomada en los alrededores del Estadio del Cerro, en 1954, aparece un increíble cinturón de miseria a pocos metros del  emblemático terreno.


Finalmente una inocente fotografía tomada en el Paseo del Prado , nos muestra un juego de pelota que sirve de divertimento a un grupo de niños mientras unos adultos miran sonrientes,  detrás, la hilera de automóviles estacionados  no deja ver la acera. Seguramente a quien  la subió el juego le pareció una imagen idílica, pero una mirada aguda descubre algo mas, al fondo,  en un espacio vacío , una columna incompleta delata la existencia de un edificio , tal vez de los originales del Prado de la mitad del siglo XIX ,que colapso en un derrumbe.


Así poco a poco, imágenes que saltan aquí y allá, dispersas, nos revelan una lógica cuya negación y ocultamiento ha dado lugar a uno de los mitos arquitectónicos y urbanísticos más grandes de la historia: el deterioro de la Ciudad de la Habana, un proceso de nacimiento y muerte que no ha dejado de ocurrir durante casi cinco siglos.

La respuesta correcta a la pregunta: ¿Desde cuándo se está cayendo La Habana?

Desde hace 493 años.  

viernes, 7 de septiembre de 2012

¨Le tengo mucho miedo al drama del escritor exiliado¨ Entrevista a Leonardo Padura.


Por Javier Gómez Sánchez

15 de Agosto del 2012

Entrevista realizada al novelista y ensayista cubano Leonardo Padura durante su estancia en Santo Domingo, República Dominicana.

El encuentro se produjo en la sala vacía de Casa de Teatro minutos antes de la presentación de su próxima novela que se titulara Herejes y en la cual regresa su personaje Mario Conde.




JG: No es su primer viaje a República Dominicana…

LP: No, he estado varias veces, no sé cuantas, han sido varias, pero hacía rato que no venia, como 5 o 6 años.

JG: ¿Como fue su acercamiento a la República Dominicana?

LP: Mi primer contacto con la República Dominicana se pierde en el tiempo, al igual que para todos los cubanos.  Cuando estamos en tercer o cuarto grado de la primaria, y estudiamos la Historia de Cuba nos hablan de un general de las guerras de independencia, Máximo Gómez, y que había nacido en la República Dominicana en Bani. Este contacto histórico por supuesto abrió después muchas otras puertas. La música fue un elemento importante de conocimiento de lo que fue, y de lo que es la República Dominicana.
Ya físicamente el primer encuentro se produce a partir del año  1996 o 1997 que vengo,  invitado por Freddy Ginebra, a Casa de Teatro, a este teatro, que no era como es ahora, era mucho más modesto, después Freddy consiguió hacer esta maravilla que es ahora, y desde entonces me he mantenido muy en contacto, con la República Dominicana pero casi siempre a través de Casa de Teatro.

JG: En el año 2001, con La Novela de mi Vida gana el Premio Internacional de Novela Casa de Teatro, ¿En una carrera tan rica y extensa donde ha recibido  algunos de los premios literarios más codiciados, que significado tuvo el de Casa de Teatro?

LP: Ese premio es muy importante porque  yo sigo pensando que La Novela de mi Vida es el libro en que yo he conseguido un equilibro más satisfactorio  entre los propósitos y los logros.  Siempre el desafío de un escritor, es como conseguir lo que uno se propone, llevarlo a la literatura, hacer literatura con los propósitos,  creo que en esa novela hay ese equilibrio de manera bastante lograda, y sigue siendo un novela en la que a nivel de lenguaje de personajes, de historia contada, de proposiciones sociales, políticas, filosóficas, conseguí que todo eso funcionara de la manera que para mi juicio, sigue siendo la más completa dentro de mi literatura.

JG: ¿Cómo recibió la noticia del premio?

LP: Fue una llamada de Freddy Ginebra. Yo había enviado, como otros concursantes, la novela al premio, y una mañana, me llamo Freddy y me insulto como suele hacer él (se ríe)  y me dice has ganado el premio, y nos pusimos muy contentos todos. Después vine a presentar la novela aquí en Santo Domingo, y sigue siendo un recuerdo muy amable y muy agradable.

JG: ¿Qué importancia tiene Casa de Teatro, para la literatura del Caribe?

LP:   Casa de Teatro ha tenido una focalización en lo que es el teatro y la música, pero también ha tenido un papel  promotor muy importante en la literatura y las artes plásticas.  En el caso de la literatura el único concurso que existe en la región para escritores de lengua hispana, para el Caribe ,es decir Cuba , Puerto Rico y  República Dominicana es el que organiza Casa de Teatro, le ha dado la posibilidad, a muchísimos escritores, de darse a conocer con las publicaciones de Casa de Teatro, tener la posibilidad de la promoción  que significa un premio, y siempre  con este sentido caribeño,  totalizador , vinculante entre las tres islas, que tienen tantas conexiones culturales, pero que a veces están o  han estado tan distantes,  por razones políticas, sociales, en fin que son ajenas por completo a lo que es la cultura, que siempre ha sido muy cercana.




JG: ¿Que ha podido leer de la literatura dominicana más reciente?

LP: De la literatura dominicana reciente conozco poco,  igual que me pasa con mucha literatura reciente.  Llevo doce años trabajando novelas en las que lo histórico es un componente muy importante, y eso me ha obligado a leer un tipo de literatura muy específica, que tiene que ver con lo que estoy escribiendo. Cuando escribí La Novela de mi Vida, tuve que estudiar la historia cubana del siglo XIX muy a fondo, cuando escribí El Hombre que Amaba a los perros fueron 5 años de trabajo,  en los cuales tuve que estudiarme toda la , Revolución Rusa, la Guerra Civil Española, los Procesos de Moscú, en fin,  tuve que hacer un investigación muy amplia, y ahora con esta novela que estoy escribiendo que se desarrolla en la Holanda del siglo XVII, me ha ocurrido lo mismo, mucha más historia, mucha más información en función de las novelas, que literatura contemporánea. Creo que la última novela dominicana que leí es la de Junot Díaz, La Breve y Maravillosa Vida de Oscar Wao y fue una lectura que me satisfizo.




JG: La Breve y Maravillosa Vida de Oscar Wao es una obra que tiene muchos elementos pop. NY es una ciudad eminentemente pop. Como cree que le impacto que produce una ciudad como Nueva York se refleja en el arte latino que se produce allí.

LP: Nueva York es una ciudad muy peculiar. Yo digo Nueva York es Nueva York y que casualmente, por geografía esta dentro de los Estados Unidos. Es la ciudad más cosmopolita  de estos momentos en el mundo.  Hay un caso que me interesa y me parece mucho más paradigmático que el de la literatura incluso, que es el de la música. Yo estudie bastante el fenómeno de la música Salsa,  esta relación de la comunidad hispana o latina, que se reunió en Nueva York, de puertorriqueños,  dominicanos, cubanos, panameños, brasileños y que dieron origen al fenómeno  musical más característico de la segunda mitad del siglo XX, que fue la Salsa. Eso se pudo producir en Nueva York porque ahí estaban,  primero las condiciones económicas,  pero segundo las condiciones artísticas y humanas, con esta comunidad tan variada, de inmigrantes latinos o hispanos que  a partir de patrones musicales propios de las islas, lograron construir esa música que fue  y sigue siendo uno de los fenómenos culturales más importantes que ha logrado el Caribe.

JG: En 2005 publico La Neblina del Ayer  y  en sus páginas, en una escena, Mario Conde va a visitar a su jefe ya jubilado, allí fuman juntos tabacos dominicanos mientras beben ron dominicano. ¿Son elementos están ahí por ser placeres personales que puso en el paladar de sus personajes?

LP: Si, en el caso de las novelas de Mario Conde, muchas de las experiencias tienen que ver con elementos vividos por mi  o elementos deseados por mí, y ahí yo trato de hacer una mezcla un poco hedonística, respecto al disfrute de ciertos placeres, placeres que últimamente están bastante mal vistos, como es fumarse un buen tabaco o un cigarrillo, o tomar ron,  y yo juego mucho con esto. Juego mucho con la comida y la posibilidad de comer en las novelas lo que no podemos comer en la realidad. Es un elemento que creo que caracteriza a las culturas de los países. Creo que según comamos y bebamos tenemos características específicas, no es lo mismo la cultura del ron que la cultura del vino o la cultura de la cerveza en el mundo en general,  y esos son elementos que me permiten terminar de redondear a los personajes  y el contexto en el que viven.
Es un juego, pero es también una realidad, un homenaje.  En los últimos anos ya yo no fumo habanos, pero hubo una época en que de vez en cuando fumaba,  y en Cuba hay dos tipos de puros que puedes fumar,  o los muy buenos o los muy malos, y los muy buenos son muy caros, y los muy malos son muy malos, y en esos años afortunadamente mi amigo Freddy Ginebra, director de Casa de Teatro,  de vez en cuando por alguna vía conseguía  una caja de tabacos  León Jiménez y me los hacía llegar o me los llevaba cuando iba a la Habana y me los fumaba. Tenía que hacerle un homenaje,  a Freddy  y a esos tabacos que tanto placer me daban y por eso están en la novela.

JG: ¿Hay algo de lo típico dominicano algo que haya disfrutado especialmente durante sus visitas?

LP: He disfrutado muchas cosas de República Dominicana, pero creo que un día comí un estofado de chivo,  que no se me ha olvidado,  es uno de los platos que más he disfrutado en mi vida.




JG: ¿Cómo ve que ha sido acogida su obra en República Dominicana?

LP: Creo que muy bien, desde esa primera vez que yo vine, comenzó una relación de cercanía.  En los últimos años he estado invitado tres o cuatro veces a la Feria del Libro y no he podido venir por cuestiones de agenda,  hay un defecto caribeño de que todos lo conocemos, y es que dejamos las cosas para el final, y en las tres o cuatro ocasiones que me han invitado lo han dejado tan para el final, que no he podido venir porque he tenido otros compromisos. Tengo pendiente un encuentro mucho mas masivo con los lectores dominicanos,  en la Feria del Libro ,que me encanta cómo se organiza, como se hace, y que espero que en los próximo años, lo pueda satisfacer por que realmente me siento muy  a gusto en República Dominicana , igual que en Puerto Rico. Para mi ir a San Juan, y tener un encuentro en las librerías con los lectores,  en las universidades es un placer, igual que en Cuba, por supuesto,  por lo tanto creo que es algo que tengo que buscar la manera de sostener, de alentar y de tratar de que se incremente.

JG: ¿Veremos una historia dominicana en alguna de sus novelas?

LP: Eso es muy difícil de decir porque uno nunca sabe de dónde van a salir las historias de la cuales uno va a escribir, se presentan, y pudiera llegar alguna idea que esté relacionada con la República Dominicana. Ahora mismo he escrito una parte de mi novela que se desarrolla en Ámsterdam,  un mundo bastante lejano geográfica, cultural, hasta climatológicamente de mi, así que no descarto para nada que en algún momento la República Dominicana, me toque la puerta con alguna historia.

JG: Mas allá de la historia y circunstancias de cada país, la emigración se ha convertido en una tradición en Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, son países que tienen un gran componente migratorio en su cultura. Sé que le han preguntado muchas veces por qué no se ha ido de Cuba, yo prefiero preguntarle qué significa para usted la persona que se va.

LP: La emigración es un fenómeno sin el cual la historia del Caribe no se puede contar. Es un fenómeno que nos ha perseguido para bien y para mal. Ha sido un exilio que ha sido enriquecedor en muchos casos.  En la vida cultural cubana  los Henríquez Ureña, dominicanos, fueron fundamentales. En estos momentos aquí en República Dominicana vive un grupo de artistas cubanos,  que también están siendo fundamentales en el trabajo cultural que se desarrolla en el país, es decir que tiene siempre lados positivos, lados que nos permiten, crecer y nos permiten encontrarnos . Pero también ha sido un exilio desgarrador desde el punto de vista humano.
La historia de las islas españolas del Caribe, no se puede contar sin la emigración, incluso en el caso cubano,  se sabe perfectamente como todo el proceso de la independencia definitiva  del colonialismo español se fraguó en el exilio.  Es decir que vivir fuera de las islas ha sido un elemento muy importante, en el caso de José María Heredia,  por ejemplo , vivió muchos más años de su vida fuera  de Cuba que en Cuba, apenas vivió 3 años y medio de su vida en Cuba , sin embargo se sintió cubano, en momento en que Cuba no existía. En mi caso especifico el hecho de que haya existido un emigración, un exilio, es algo que me toca muy personalmente, una parte muy importante y mayoritaria, de mi familia por la parte paterna,  vive fuera de Cuba, vive en los Estados Unidos.  Uno de mis hermanos vive fuera de Cuba. Es decir que es un drama que también me toca a mí en lo personal,  y en mi caso especifico yo nunca he decidido emigrar, y por ejemplo en los años 90 lo pensé como creo que lo pensaron todos los cubanos cuando la situación en cuba  llego a un punto de inopia, de imposibilidad de poder resistir la vida cotidiana, que todo el mundo prácticamente,  excepto un uno o dos por ciento que no tenia los mismos,  problemas que teníamos los demás, pensó que la solución era emigrar.  Yo tengo un sentido de pertenencia muy grande, y le tengo mucho miedo al drama del escritor exiliado, a veces prefiero, sufrir determinadas carencias,  problemas, incomprensiones, a veces hasta injusticias, viviendo dentro de Cuba, porque eso incluso se convierte en un alimento para mi obra. Yo no puedo, y pudiera  tal vez haberme ido a vivir a España hace muchos años,  o pudiera irme a vivir ahora que incluso tengo,  la condición de ciudadano español, pero es que yo nunca voy a ser un escritor español.
   Hay un ejemplo que yo siempre pongo, si a mi alguien me pregunta ahora, que paso en el año 1976 en la liga española de futbol, tendría que ir a la Biblioteca Nacional y buscar los periódicos para saber si gano el Real Madrid, el Barcelona, el Betis o el Valencia.  Sin embargo si me preguntan quién gano la Liga Cubana de pelota, lo sé perfectamente y es que el escritor se hace de esas memorias, de la cultura y de la sociedad a la cual pertenece  y el desarraigo es realmente muy doloroso para el artista y para el escritor.




JG: Si la emigración ha sido una constante, en los últimas décadas el regreso a estancias cortas lo ha sido también, algunos las hacen cada vez más largas y en los años más recientes algunas personas regresan a vivir a Cuba, sobretodo en el caso de artistas o escritores. Son aun pocos, pero van en aumento. En sus novelas ha existido con cierta frecuencia alguien que regresa a Cuba a encontrarse con su pasado. ¿Qué significa para usted esa persona que regresa?

LP: El regreso en el caso de un puertorriqueño o de un dominicano puede ser traumático,  ene le caso de un cubano es altamente traumático, porque en ocasiones es imposible.  En Cuba ha existido durante casi 50 años una figura legal que se llama la salida definitiva del país,  que son personas que han salido del país, por razones políticas, económicas, sociales, familiares, amorosas, las que sea, a las cuales después les ha sido imposible regresar a Cuba, y eso ha hecho que el regreso para el cubano tenga un carácter distinto que para el puertorriqueño o el dominicano.  A lo mejor un dominicano que hoy venga de España a vivir otra vez aquí a Santo Domingo,  puede tener un sentimiento de derrota, de decir: Bueno, fui a conquistar el mundo pero no pude conquistarlo, porque ese mundo además se hundió. Pero en el caso del cubano tiene muchas más connotaciones, en el que entra incluso el elemento político, legal, y a veces hasta el resentimiento, por lo tanto, es mucho más complicado en el caso cubano.

JG: ¿Las características de una isla, de la gente que vive en islas y que escribe en islas, tienen algo propio se pueda llamar  literatura insular?

LP: Sí y no. Yo pienso que la isla condiciona una manera de pensar y ser del individuo. No es lo mismo la condición de vivir en  una extensión geográfica mucho más amplia, el hecho de tener fronteras, aunque República Dominicana tiene frontera con Haití, pero Puerto Rico no la tiene , Cuba tampoco, solamente el mar, y el hecho de estar rodeados de mar, hace que la vida hacia el interior, sea muy importante, pero a la vez pude ser, de alguna manera frustrante, porque significa a veces en la cultura una manera de encerarnos en nosotros mismos, y ha habido en ese sentido una falta en ocasiones, de universalidad, en los artistas de las islas, y fíjate que cuando se rompe ese, cerco de lo local , de lo insular, como es el caso por ejemplo de Alejo Carpentier,  que creo que es paradigmático, la obra alcanza una dimensión mucho mayor.  Yo creo que, junto a esa condición de la isla, que nos hace tener una cultura, con la cual nos identificamos, una pertenencia, también es importante tener la posibilidad de mirar más allá del mar,  y encontrarnos con el resto del mundo.



JG: De sus 10 novelas publicadas, 7 pertenecen a la saga del policía Mario Conde y los lectores lo siguen pidiendo. En el 2001 sorprendió con una novela sobre la vida de poeta José María Heredia, luego volvió Mario Conde con la Neblina del Ayer, su última obra publicada cuenta la historia del asesino de León Trotski, pero en la próxima, Herejes, nos adelanta que regresa Mario Conde. ¿Como le ocurrió a  Authur Conan Doyle que se sentía atrapado por su personaje Sherlock Holmes, ha llegado a odiar a Mario Conde?

LP: No, para nada, yo le agradezco muchísimo a Mario Conde. Gracias a Mario Conde, yo he comido en estos años, yo he viajado en estos años, he disfrutado escribiendo novelas estos años, he podido dedicarme profesionalmente a la literatura, y me ha permitido además a través de 6 o 7 novelas, poder hacer un arco, un recorrido de la vida contemporánea cubana, de una manera  que en la cual he tratado de ver el elemento humano, como se ha ido manifestando a lo largo de estos años, y como la realidad ha ido influyendo en ese elemento humano, le agradezco muchísimo a Mario Conde, haberme acompañado en estos años, y pienso que va a seguir acompañándome unos cuantos años más. 

Santo Domingo, 15 de agosto del 2012.